sábado, 30 de septiembre de 2017

La escuela y las "piedras"

A los que somos de historia, o de cualquier otra disciplina vinculada a las humanidades, de vez en cuando, especialmente en el ámbito familiar y en las temporadas de viaje, nos recriminan nuestro desmesurado amor por las piedras. Con un poco de suerte, uno encontrará cierta comprensión en el entorno doméstico (compartir la pasión ya sería una cosa tremenda, aunque a veces sucede) pero la reacción habitual, me temo, suele ir por otro lado. "Tú a tus piedras" y tal. No hace falta decir que por "piedras" se entiende cualquier elemento relacionado con el pasado, el arte, la cultura o el patrimonio histórico-artístico. Por suerte, no es mi caso, claro. Al menos no siempre. Y es que un servidor es afortunado... ;)

En el aula y en los entornos educativos y museísticos creo que sucede más o menos lo mismo. Cuántas manadas de adolescentes os habéis encontrado visitando con total indiferencia, con suerte, espacios patrimoniales y museos alucinantes o, esa es otra opción, con frenético estrépito hormonal para mayor de las desgracias del resto de visitantes. Desde el Coliseo romano a los Museos Vaticanos, pasando por las grandes pinacotecas mundiales o por centros de cultura de todo tipo y condición, no resulta extraño ver riadas de visitantes "obligados" a estar allí. Unos, la mayor de las veces jóvenes y adolescentes, por causas evidentes. Otros, porque se supone que "deben" poner el cartel de visto y a otra cosa mariposa.

Es cierto que cada vez hay más centros educativos que se están poniendo las pilas con el tema patrimonial. Y también lo es que existe un número creciente de equipamientos culturales que ofrecen propuestas interesantísimas, dinámicas y adaptadas a las necesidades de las distintas etapas y currículos académicos. No obstante, uno tiene la sensación de que se trata de dos mundos todavía bastante separados. Y es que parece que la relación entre patrimonio y escuela tiene, todavía, mucho camino por delante.

A pesar de todo, como digo, existen iniciativas que muestran que se ha hecho y se está haciendo un enorme trabajo para potenciar el disfrute y el uso del patrimonio para generar conocimiento, para descubrir el pasado y para formar a ciudadanos ricos culturalmente y con espíritu crítico. Prueba de ello son las terceras jornadas Patrimoni i Educació celebradas a finales de septiembre en un marco brutal, el mNACTEC de Terrassa. Más de un centenar de profesionales de ambos ámbitos se han juntado a lo largo de dos días para poner de manifiesto que existen prácticas muy interesantes de colaboración entre las "piedras" y la escuela y, sobre todo, que existe una creciente voluntad de abrirse al otro y adaptarse a sus necesidades, propuestas e intereses.

De todo lo oído, y por la parte que me toca como docente, me quedo con el (apasionado) consejo de Joan Carles Mèlich, profesor de Filosofía de la UAB,  quien nos incitaba a buscar el contagio emocional para tratar de seducir al alumnado con la pasión por el conocimiento, en este caso por las mal llamadas "piedras". Ya, claro, se dice pronto. ¿Y eso cómo se hace? Pues no lo sé, pero quizá sea tema para futuros posts: pensar estrategias para tratar de ponerle pasión al asunto e intentar conseguir otro posicionamiento por parte de nuestros estudiantes ante el universo de la cultura y el conocimiento. Y es que intuyo que, abriendo esa puerta, tendremos mucho ganado.



2 comentarios :

  1. Muchas gracias por tu post. Los que hemos participado de la organización de las jornadas, estamos muy satisfechos tanto de la implicación de los participantes, como de la cantidad de elementos de reflexión de los ponentes. Seguiremos dando oportunidades de contacto entre el patrimonio (piedras o animales) y la escuela.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias a ti/vosotros, Pere. Por vuestro trabajo y por la fantástica organización. Son las primeras a las que he asistido pero creo que no van a ser la últimas. ;)
      Un abrazo y hasta pronto!

      Eliminar